domingo, 8 de mayo de 2011

La Edad Media

Abarca un período de tiempo que dura diez siglos. Durante este tiempo no hubo una teoría sistemática sobre las obras literarias, es decir, una poética.
Todas las reflexiones sobre la belleza, el arte, la literatura, etc., se las debemos a los Padres de la Iglesia.

La patrística
En la época romana, el cristianismo tuvo un gran desprestigio, y fue practicado en clandestinidad. Se consideraba inferior a las culturas griegas y latinas. En el año 313 el emperador Constantino aprobó el Edicto de Milán, aceptando así la libertad de cultos. El cristianismo dejó de ocultarse y acentuó su defensa ante la cultura pagana.
La Edad Media fue una época teocentrista, preocupada por Dios y por el mundo ultraterrenal. La cultura se refugió en la Iglesia y fue la patrística la depositaria de todo tipo de saberes (filosóficos, teológicos, científicos y estéticos). Se encargaban de subordinar a la teología todas esas disciplinas y conciliarlas con ella. Este predominio de la teología dio una enorme uniformidad al pensamiento.
No hubo teoría de la literatura, pero sí reflexiones esporádicas sobre la literatura y las obras literarias. De estas reflexiones vamos a destacar cuatro ideas fundamentales:
-       Separación de fondo y forma. Los cristianos sostenían que en las obras lo importante era el fondo. Así, opinaron que los textos griegos tenían un fondo falso que no servía para alcanzar la salvación.
Hubo, no obstante, algunas defensas de la forma, como la de Lactancio, que afirmaba que la forma bella y elaborada no era incompatible con la verdad y la sabiduría; por el contrario, podía incluso ser mejor cauce para algunos contenidos (“La forma bella y elaborada es el buen sabor que facilita ingerir la medicina”).
Aún así, predominaba el fondo. San Jerónimo dijo: “Más vale una verdad expresada de forma simple que un error de forma elaborada”.

-       Consolidación de una corriente interpretativa alegórica. Es un modo de interpretar más allá del sentido literal. Mediante el sentido alegórico se supera el significado superficial para alcanzar el verdadero contenido o fondo (sortear los velos con los que se oculta la verdad). De aquí nace la hermenéutica (búsqueda de significados no evidentes), gracias a la cual se descubre la exégesis bíblica (interpretación hermenéutica de la Biblia) como un método de purificación del alma.
Orígenes, discípulo de Plotino, defiende la existencia de tres niveles a la hora de interpretar la escritura literal:
o    Los “simples” interpretan los textos en un sentido literal. Está relacionado con el cuerpo.
o    Los “iniciados” los interpretan en un sentido literario, y está en relación con el intelecto.
o    Los “perfectos” los interpretan en un sentido alegórico o simbólico, y está en relación directa con el espíritu.
Así los padres de la Iglesia garantizan la interpretación de las sagradas escrituras y legitimizan el poder de la Iglesia. Esto tuvo su repercusión también en la literatura pagana: hay que saber apartar “los velos” que cubren la verdad. Ahora la ficción es vista como un camino para llegar a la verdad si se sabe leer adecuadamente. De hecho, Dante reclama una lectura alegórica de la Divina comedia. El modo de lectura hermenéutico fue, pues, beneficioso para toda la literatura.

-       Cristianización de las ideas platónicas. Esta filosofía se conoce más bien a través de Plotino y de la gnóstica, y no directamente a través de Platón. La proximidad de pensamiento entre la filosofía platónica y el cristianismo fue pronto señalada:
o    Defensa de la existencia de dos mundos (sensible + inteligible / humano + divino)
o    Defensa de un modelo de vida alejado de un placer fácil, basado en virtudes auténticas (Verdad, Bien, Bondad y Templanza).
o    Relaciones simbólicas entre ambos mundos en sendos modelos filosóficos.
Estas coincidencias llevan a la progresiva cristianización del platonismo.

-       Identificación de ética y estética.


San Agustín
Conceptos básicos de su Neoplatonismo: Habla de dos principios fundamentales: la participación y la interioridad.
-       Por participación afirma que únicamente el ser de Dios es eterno e inmutable, el ser del hombre es mutable y perecedero. Hay relación entre ambos, ya que el hombre participa, aunque sea en grado mínimo, del ser de Dios (a través del alma, que tiene un componente inmutable y eterno).
-       Puesto que el hombre participa del ser de Dios, hemos de preocuparnos de volver la vista hacia el interior, hacia el espíritu, que es donde está en alguna manera la Verdad.

Toda su filosofía se centra en las relaciones entre el hombre y Dios. Distinguirá entre:
-       Ser. Dios ha creado de la nada al hombre, fundiendo el  no ser (cuerpo mutable y perecedero), y el ser (alma inmutable e imperecedera).
-       Conocer. En cuanto a esto, San Agustín crea la doctrina del “Iluminismo”. Dios infunde en nuestro espíritu verdades reveladas, y por eso la fe ilumina a la razón. Esa verdad que Dios deposita en el espíritu humano, no es una verdad que pertenezca al mundo inteligible separada de las cosas como en Platón, es una verdad presente en el espíritu humano y el hombre es capaz de remontarse hacia ella. “Cree para entender, entiende para creer”.
-       El amor. Es el mejor camino para ascender a Dios. Por eso S. Agustín dice “ama y haz lo que quieras”. El amor nos lleva hacia la Verdad y por tanto hacia Dios.


Ética y estética
La identificación de ética y estética, de bondad y de belleza, se produce a lo largo de toda la E. Media hasta Santo Tomás de Aquino.
Para los Padres de la Iglesia la verdadera belleza no es la del cuerpo, sino la del espíritu, que está relacionado con la virtud. Un espíritu es bello cuando es bondadoso. Se acepta entonces el ascenso platónico o neoplatónico desde la belleza del espíritu a la belleza divina, ligada sobre todo a la bondad. También se entiende la belleza como utilidad.
Se pensaba que la escultura tenía tres finalidades:
-       Embellecer la casa de Dios
-       Recordar a los hombres la vida de Cristo y de los Santos
-       Deleitar a la gente inculta
De la pintura, se decía que era la literatura de los analfabetos, de los que no sabían leer. Aquí se mezcla la belleza en sí y la belleza útil.

La escolástica
En el siglo XIV se produce un cambio en la fisionomía que rige el pensamiento cristiano. Se introduce el aristotelismo, aunque el neoplatonismo seguirá teniendo gran importancia. Aristóteles era casi desconocido en el XIV, pero los árabes y los judíos que llegaron a la Península, lo introducirán con sus traducciones.
“Escolástico” designa al maestro de las siete artes liberales, formadas por el trívium y el quadrivium. Con “liberal” nos referimos al fomento del espíritu crítico libre, que opinase con total independencia.

Santo Tomás de Aquino
Va a diferenciar la belleza de la bondad, aunque no los considerará independientes.
La bondad tiene que ver con la voluntad, y atañe a algunos sentidos más materialistas, el tacto, el olfato y el gusto. Es aquello a lo que tendemos (es causa final). Todos tendemos al Bien, que resulta satisfactorio.
La Belleza atañe sobre todo a la razón, y tiene un fin en sí misma. Es aquello cuya simple contemplación place. Más relacionada con la vista y el oído.
Así, S. Tomás admite la posibilidad de un placer totalmente desinteresado (nos satisfacemos sólo con la contemplación): es el placer estético, propio únicamente del hombre. El hombre concibe la belleza en sí. Aunque esto está en contra de lo que habían sostenido los Padres de la Iglesia, S. Tomás seguirá contemplando unidas Bondad y Belleza, pero a través de la razón sí las podremos diferenciar.

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