domingo, 8 de mayo de 2011

El Clasicismo (II): Polémicas

Polémicas en España: La tragicomedia

A pesar del rechazo de la tragicomedia por parte de los teóricos, es muy cultivada en Europa deibido al éxito entre el público. En España dio origen a la “comedia española”. Técnicos y escritores se esforzaron por legitimizarla, aunque muchos opinaban que era un género mixto.
Juan de la Cruz, Torres Navarro, Cascales y López Carvallo, son algunos de los críticos literarios españoles más importantes. estos críticos fueron más permisivos, carvallo hace incluso una defensa de la tragicomedia. Lope de Vega también hará una defensa un tanto ambigua, pues a raíz de este opúsculo, la polémica suscitada fue tan fuerte, que empezaron a tomar partido todos los escritores (Cervantes, Tirso de Molina, Calderón…)
En buena medida, acabó por naturalizarse el género. El opúsculo de Lope es una serie de versos blancos, endecasílabos, escrito imitando las epístolas escritas en defensa a determinada poesía. Apareció en 1609 al lado de un libro titulado Rimas. Aquí trata el concepto de tragicomedia, las aunidades, la división del drama, el lenguaje, la métrica, las figuras retóricas, la temática, la duración de la comedia y la representación.
-       Concepto de tragicomedia: va en contra de lo habitual en el mundo griego (separación de comedia y tragedia) y de la unidad de tono (mezcla elementos trágicos y cómicos), pero lo justifica todo por el gusto del público (ya los antiguos mezclaban nobles y plebeyos). Lope se muestra como gran conocedor de las teorías.

-       Las unidades: partidario de la unidad de acción, aunque presenta una acción doble en sus comedias, ateniéndose a que ambas se desenvuelvan hasta el desenlace, con soluciones poco verosímiles en ocasiones.
Con respecto a la unidad de tiempo desarrolla una teoría: entiende muy bien a Aristóteles, y señala que no creó una norma, sino un consejo. En su modo de proceder, la acción transcurre en el menor tiempo posible, pero siempre en el necesario para que resulte verosímil. Su solución era presentar unidad de acción en cada acto y que el tiempo transcurriera en los entreactos (donde solían representarse “entremeses” para que el espectador asimilase este transcurso del tiempo).
No nombrará la unidad de lugar, pues no existe.
-       División del drama: la plantea en torno a tres actos (presentación, nudo y desenlace), pero tratadas de forma desigual:
o    Planteamiento muy breve
o    Nudo muy larfo (a veces en exceso)
o    Final breve
Esto va en contra de la ley del decoro, y lo hace para retener la atención del público.
-       El lenguaje: Lope pide que se parezca al usual, pero adaptado a la situación dramática. Independientemente de quien encarne a lo personajes ha de haber:
o    Un rey o un poderoso (lenguaje elevado)
o    Un caballero: padre, esposo, hermano mayor, etc. (l. elevado)
o    Un galán y la dama (l. cortesano)
o    Un gracioso y una criada (l. bajo)
o    Un villano (l. bajo)
A cada uno, como vemos, le corresponde uno de los tres niveles del lenguaje.
-       Métrica: es variada. Se utilizan las décimas para las quejas, los sonetos para los soliloquios, el romance para las narraciones ligeras, las octavas reales para las narraciones de mayor elegancia, los tercetos para los actos graves y las redondillas para los diálogos amorosos.

-       Temática: honra, acciones virtuosas… Es necesario “engañar” con una forma de hablar equívoca (alguien finge ser quien no es).

El mérito de este tratado es, sobre todo, la polémica que suscitó, que condujo a la aceptación del género.


Polémicas en Italia

Aparecen otras teorías antinormativas que defendían la evolución de los géneros, y sobre todo, su adaptación al gusto del público. Cuando no tenían argumentos, defendían su postura basándose en el gusto del público, criterio decisivo en todos los países. La postura antinormativa da lugar a querellas muy encarnizadas.
La primera surgió en Italia, a mediados del XVI, en torno a las obras de Dante y los poemas heróicos de Ariosto, Tasso y Sanmazaro. Eran una variedad de épica, pero no la épica tradicional de Homero o Hesíodo. Estaban escritos en verso, en italiano (“lengua toscana”). No se ajustaban al género épico de los antiguos porque:
-       Los poemas heróicos cuentan numerosas aventuras de numerosos héroes, frente a los tradicionales, que contaban varias aventuras de un solo héroe, y éstas, como decía Aristóteles, iban enlazadas cusalmente hacia un fin. No eran fábulas episódicas. Una de estas poesías heróicas es El Orlando furioso, de Ariosto, donde aparecen numerosas aventuras de muchos héroes.

-       No se atienen a la tradición. Rompe con ella y los asuntos tratados son ficticios. Aparecen nuevas mitologías: ya no son los héroes grecorromanos, son nuevos héroes de la mitología carolingia.

-       Los poemas heróicos están escritos en lenguas romances y no narran acciones nobles y valerosas, sino aventuras intrascendentes, a veces excesivamente inverosímiles. Poco después aparecerá la poesía de tema amoroso con contenidos incluso obscenos.

Los propios autores y algunos teórios defendían estas obras, basándose en el gusto del público: estas obras son aceptadas mayoritariamente por el pueblo, lo que garantiza su excelencia literaria.
Tasso, en Discurso sobre el arte poética, defiende estas obras, más concretamente su obra cristiana. Se tratan ya temas nuevos con héroes cristianos y no paganos.
La  polémica continuó más exageradamente en el siglo XVII porque nacieron nuevas formas de épica que se consolidaron:
-       Poema heróico, escrito todavía en verso
-       Novella. Es extravagante, rara. Guardaba relación con el carácter no-ficticio (era una noticia no conocida) aunque esto rápidamente lo perdió. Era cultivada desde el S. XIV (Boccaccio).
-       Romanzo: por primera vez apareció en el S. XIII en una obra francesa Le roman courtois de C. de Troyes. Al principio, ese término quería decir “historia”, “asunto”. Adquirió el significado de historia larga, rápidamente, escrita en lengua romance, con héroes que no pertencesían a la tradición grecolatina. Más larga que la novela, en prosa.

Iban en contra de todas las normas (ley del decoro y las 3 unidades) y no sabían cómo encajar estas variedades en los géneros. Hubo tres posturas:
-       Que sea un género híbrido que mezcla elementos de las variedades tradicionales (lo cual estaba muy mal visto).
-       Que sea una variante del dénero épico tradicional con una base en la Poética aristotélica.
-       Que sea un género mayor perfecto y autónomo: en la línea de la tragedia, comedia y lírica, para lo que se basaban en la Poética, pues tiene los géneros tratados (tragedia y epopeya), los anunciados (comedia y una variedad de la epopeya cómica) y los géneros omitidos (lírica).

Uno de los primeros en considerar que era un género híbrido fue Ariosto, que defendía su obra, pues contenía elementos de la tragedia, comedia y epopeya, imitando acciones humanas.
Defendía este género como perfectamente legítimo, aunque para los críticos era un monstruo condenado al fracaso.
Malatesta defendió a Ariosto afirmando que había creado un género nuevo usando una forma muy adecuada, tanto en la lengua como en el asunto.
Sin embargo, Denores condenó a Ariosto, y dijo que su poema era un monstruo de la naturaleza: una composición poco acertada que mezclaba asuntos públicos y privados, y temas diversos, no era para él una nueva variedad.
Hubo una segunda postura a este respecto, que deriva de la epopeya tradicional, defendida por Minturno, en cuya obra consagra los tres grandes géneros. En la parte de la épica, admite las variedades como si derivaran de la epopeya antigua, y para ello dice que éstas imitan acciones humanas sólo con el lenguaje (sin ritmo ni armonía). Este lenguaje puede ser en prosa o verso. Niega que el criterio del objeto sea decisivo (el propio Aristóteles admitía la epopeya cómica).
Cuando se trata de valorar las obras, Minturno decía que Ariosto tenía mérito, pero que tenían mayor dignidad literaria las obras de Homero, Hesíodo y Virgilio.
Una tercera postura fue defendida por Bonciani. Las nuevas variaciones son para él el cuarto género, basándose en la Poética.
No defiende los poemas eróticos, sino la novella. Usa criterios como los de Minturno: la novella imita acciones humanas (como la tragedia, comedia y epopeya). La imitación es el criterio esencial. Las acciones pueden ser diversas, con medios diversos: de ahí provienen las diferencias. Para dar mayor legitimidad a su defensa, recurre a la Poética y a sus géneros mencionados y no tratados. Tratan de indagar en los antecedentes de la novella en la Antigüedad, y encuentran que tiene su base en las fábulas egipcias, lirias o chipriotas.


Polémica en Francia: La querella

Surge una serie de autores dramáticos que se autodenominan “modernos”, y por contraposición, denominan a los cultivadores de los géneros tradicionales “antiguos”.
-       No siguen los géneros de los antiguos (tragedia y comedia, sino que proponen otros nuevos.
-       Reclaman libertad para el dramaturgo
-       Igual que en España o Italia, se guían por el gusto del público.

Uno de los nuevos géneros que pretenden cultivar es la pastoral. Aunque tenía ciertos componente bucólicos, no era la típica bucólica pastoral de las églogas. Combinaban aquí elementos líricos y narrativos de carácter sentimental, pero plasmados de forma dramática. No tuvo un gran desarrollo ni produjo grandes obras.
Sí alcanzan gran éxito, sin emabrgo, los autores de la tragicomedia, que era defendida por el éxito entre el público, por su variedad de personajes y asuntos,y por dar una visión optimista de la vida (gracias al final feliz, aunque esto no siempre ocurría, como se ve en La Celestina.
Uno de los mayores defensores de los modernos y de la tragicomedia fue Orger, cuyo “contrincante” era Hardy (que condenaba los nuevos géneros, la libertad del autor y el gusto del público).
Orger dio poderosas razones para mantener su postura:
-       La finalidad primordial del teatro, era, para él, agradar al público. Todo se supeditaba a esto.
-       Dio además una defensa muy bien argumentada de la tragicomedia:
o    Ya existía en el mundo antiguo de alguna manera, pues cuando se representaba la tragedia, entre los actos o al final, se mezclaba un drama satírico, considerado como beneficioso para el efecto catártico. (alivio).
o    Algunas obras de Eurípides presentaban elementos cómicos.
o    Fue uno de los primeros en afirmar que la unidad de tiempo va en contra de la verosimilitud. Los antiguos no observaban la unidad de tiempo, para Aristóteles era un consejo, no un precepto. Orger decía que tal aglomeración de hechos en un espacio tan corto de tiempo iba en contra de la razón, de la verosimilitud. (La tragicomedia, por tanto,s e guiaba mucho más por la razón).
Llega a decir a los autores que no creen sus obras por imitación, sino por invención, es necesario guiarse antes por la razón que por los modelos de los antiguos.
Esta polémica entre antiguos y modernos produjo gran cantidad de documentos de carácter teórico. Así se rompe la creencia de que la crítica francesa es uniforme, normativa y sometida a reglas (aunque posteriormente sí desembocará en un afianzamiento de las reglas). Pero, por aquel entonces, había gran diversidad de posturas. La de los modernos, desde el punto de vista teórico estaba mejor fundamentada.
La polémica llega a su punto álgido con la querella del Cid de Corneille. Ésta se produjo en 1637. No estaba basada en el poema épico del Cantar del Mío Cid, sino en la obra de Guillén de Castro, Las mocedades del Cid. Esta obra cuenta la juventud del Cid, la historia de amor entre Jimena y Rodrigo Díaz de Vivar.  La obra alcanzará gran éxito en los escenarios.
El cardenal Richelieu creó una academia de dramaturgos, donde también participó Corneille, con el propósito de que el teatro fuese un instrumento de educación para el pueblo. Esto suscitó de nuevo gran polémica. Tomó defensa de los antiguos el teórico Scudéry. Acusó a Corneille de plagio y de elegir un tema inverosímil, de no atenerse a las nomas, de introducir versos mal hechos, etc. Esta polémica tiene que ver también con la regla de las tres unidades, los modelos de conducta, la verdad histórica y la verosimilitud.
Esta polémica, como vemos, se suscitó por el Cid de Cornelle, a pesar de que éste era seguidor de las reglas. Scudéry, acusó a Croneille porque:
-       Su obra estaba demasiado próxima a la original española (plagio).
-       Hay una gran falta de verosimilitud (por atenerse, en concreto, a la unidad de tiempo).
-       Falta de decoro. Aunque se atenía a las reglas, la actitud de Jimena es inverosímil e indecorosa.
-       No respeta la unidad de tono (mezcla cómico y trágico, personajes nobles con plebeyos…).
-       Muchos personajes a penas tienen función, están en escena de forma un tanto superflua.
-       Se atiene en exceso a la verdad histórica sin buscar la verosimilitud, y además, trata un tema español, cuando entre Francia y España se daba la Guerra de los 30 Años.

Estas acusaciones hicieron escasa mella en Corneille, que publicó La Carta Apologética para defenderse.
Richelieu dejó la polémica en manos de la Academia Francesa, que también quiso ponerle fin a la querella. Chatelain toma la defensa de Corneille y evita hacer un juicio excesivamente duro. De hecho, escribe Sentimientos de la Academia sobre “El Cid”. Aquí señala Chatelain algunos aspectos positivos de la obra, aunque recomienda el uso de finales alternativos, (cosa que en parte ya había sugerido Scudéry). También le recomienda hacer justicia distributiva, que establecía que en las obras literarias el “malo” debía ser castigado y el “bueno” premiado.
A partir de este momento, Corneille escribirá siendo fiel a las reglas, de una forma más próxima a lo que las Instituciones había establecido.
A partir de 1640 aparecene en Francia varias obras sobre el teatro de carácter normativo y perceptivo, dándole fama a la Academia Francesa de neoclásica y rígida.
Estas obras fueron: Poética de Boileau, y otra de D’Aubrignac.
Las polémicas de Corneille dieron lugar a la aparición y desarrollo de nuevos géneros tenidos en consideración. Antes la literatura estaba al servicio de los valores tradicionales y no bastaba con que gustase al público, sino que también debía proponer adecuados valores de conducta. La polémica supuso también un rechazo a que el gusto del público decidiese sobre la literatura.
Así, las poéticas se volvieron mucho más conservadoras (sufren una involución) que también afectó a España (Luzán y su poética, en la línea de Boileau, fue mucho más conservadora desde este punto de vista).
En Francia, la polémica no concluyó. A finales del XVII se reavivó. En este momento los modernos dominaban la Academia, por lo que muchos autores defenderían la “nueva poesía”.
Perrault representaría a los modernos. Boileau a los antiguos. Perrault defendió la poesía de los modernos porque estaba más acorde con la razón. Boileau le reprocha diciendo que para interpretar bien a los antiguos, hay que conocer bien el contexto y la lengua en que sus textos fueron esrcritos. (Hay siempre errores de traducción).  Además, lo antiguo ha superado el peso de los años y sigue gustando.
Hay que tener en cuent que en esta época hay gran diferencia entre teoría y práctica. (La teoría es fundamentalmente renacentista, la práctica prerromántica).


Polémica entre culteranos y conceptistas (fondo/forma)

Los clasicistas se preocupan sobre la supremacía de fondo o forma, y lo hicieron en base a la dualidad horaciana res/verba.
Con este planteamiento disyuntivo vinieron a subvertir gravemente la concepción orgánica de la obra literaria vigente en el mundo clásico. Aristóteles concebía la obra como un “todo orgánico”, donde cualquier alteración de las partes producía la alteración del conjunto. El propio concepto de fábula revela esta concepción orgánica.
La forma condiciona al fondo. El significado sólo se alcanza a través de la forma. No se puden separar, pero la teoría clasicista dio una idea equivocada de la unidad de la obra, pues por influencia de Horacio y de la Edad Media, entendió que sí eran separables. Además dieron supremacía al fondo sobre la forma.
Sólo al comienzo del clasicismo algunos defendían tímidamente la forma, ya que una de las prácticas propias de la imitación era imitar a los antiguos, que creían que la forma podía dar originalidad a la obra.
Pero fueron pocos los que al defendieron. La mayoría la tenía como un adorno externo, algo superfluo. Para decir qué era aquello que debía tener el fondo, hubo dos corrientes:
-       Unos, por influencia de la retórica y del “poeta sabio”, piensan que la obra literaria debe transmitir un saber muy amplio y polifacético.
-       Otros, en una línea más tradicional, exigen a la obra y al poeta la transmisión de un saber filosófico-moral. Esto se traduce en la presentación de conductas paradigmáticas en la obra, de manera que la obra se transforma en una guía de actuación para el ciudadano, pues los poetas aún se consideraban educadores del pueblo.
En el siglo XVIII aún se exageró más la prioridad del fondo, hasta el punto de que se exigía a la obra literaria que transmitiese los mensajes ideológicos adecuados del momento. De alguna forma, la teoría literaria venía a justificar el uso de las obras al servicio del poder. Esto está perfectamente plasmado en El sí de las niñas, donde se nos dice la conclusión que debemos extraer.
Contra esto reaccionará de forma rebelde el Romanticismo. La disociación de fondo/forma permitió que apareciera en España la polémica entre el culteranismo y el conceptismo.

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